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viernes, 1 de febrero de 2008

La Plaza

Los Nadies, que cuestan menos que la bala que los mata

Eduardo Galeano


Su hogar es una plaza fria y envuelta en tinieblas. Alli no encuentraresguardos, sin embargo se siente amparado de los coches asesinos y, bajo los arboles, de las miradas que no quieren, ni pueden ocultar que el les genera.

Es un hombre simple y se siente Robin Hood, durmiendo bajo los arboles, resistiendo con la piel las heladas noches de invierno y sonriendo con melancolia los amaneceres soleados.

Daniel sabe que no vive solo en la plaza, que hombres, mujeres, y lo que es mas doloroso, ninos y ancianos, comparten en silencio su hogar, que habitan en distintos sectores de la plaza, que la quieren, que la cuidan, cada uno a su manera. Y aunque no los conozca, el tambien los quiere. Los quiere porque, aunque no son amigos y no comparten alegrias, son sus vecinos y comparten el misterioso dolor de no tener resguardo.

Un monton de diarios, que no puede leer, le sirven de lecho y le abrigan pobremente las espaldas, mientras una vieja frazada, que encontro en la basura, le cubre escasamente el cuerpo. Sin embargo, la calidez es minima y sus pestanas aparecen congeladas al amanecer. Tiene unas largas y sucias, el pelo canoso por la edad y los recuerdos, y la mugre ferrada a la piel como un abrigo y una proteccion divina. En el barrio, las viejas con anillos lo detestan. Otros hombres de plaza van y vienen, duermen y se marchan. Mas el esta aferrado a su plaza, porque fue su primer lugar donde durmio bajo la luz de las estrellas vanidosas y egoistas. Y es alli, bajo los arboles, donde suena encontrar una noche de verano el cordial saludo de la muerte.

Las viejas con los anillos lo odian y harian cualquier cosa por arrancar de raiz aquel yuyo maligno que se fortalece en la plaza donde paseana sus inquietos perros los domingos, de la mano de un marido que las engana.

Daniel suena morir en verano, porque el verano es buenocon el, le acaricia la cara y le roza la piel con flores y pastos nuevos. Daniel quiere morir en verano para molestar a las viejas, para quesus perros se entretengan olfateando su cadaver, cerca de la feria de los fines de semana, y que se le revuelva la conciencia.

Es de noche y unas tinieblas inusuales y tenebrosas cubren la ciudad, que es, esta noche, un oceano de oscuridad y descosuelo. El frio es arrasador y Daniel intenta conciliar el sueno, envuelto en diarios, miedos y reproches, y no lo logra porque sabe que es el momento en que la mano magica y calida de la muerte lo tomara por el brazo izquierdo. Hay ruidos extranos en su plaza - ruidos de muerte - y hay un leve sonido, de plata y estatuas, que lo despiden dulcemente. Un hombre gordo y grasoso vestido de azul se acerca intentando en vano ser sigiloso y desde una distancia casi grosera, dispara su revolver pagado por el pueblo.

Daniel muere triste porque es Junio, y el siempre sono morir en verano.


Por Paz D'Alessandro

Estudiante de Secundaria de la escuela Perito Moreno


1 comentario:

topoloco dijo...

muy buen cuento.... me suena conocido jaja la foto es mucho mejor que la original.